Eran las 7:58 de una mañana de esas en las que podía ir en camiseta corta, pero que cuando me daba la brisa sentía ese ligero cosquilleo que eriza cualquier piel. Al fondo, sobre los no tan altos edificios de mi alrededor, el sol se hacía hueco a empujones entre unos cuantos nubarrones grises que me recordaban que aún, no había llegado el verano.
Lo confieso, soy un fan incondicional tanto de amaneceres como atardeceres. Aunque los amaneceres tienen un algo especial en la energía de las personas. En general, vamos con energía recargada, aunque algunos aún estén peleándose con el botón de encendido. Otra característica de las mañanas es que las personas mayores pasean con una energía que a los jóvenes se nos olvida que tenemos.
Y justo ahí es donde se produce uno de mis momentos favoritos. Y te explico por qué, constantemente tengo la sensación de vivir en una burbuja que me aleja del resto, y tras mucho investigar he conseguido constatar que no atiende a una razón de personalidad. Es, más bien, una dinámica colectiva que nos representa como sociedad y que nos dirige hacia el individualismo. Y lo peor, es que ya sabemos que esto es así y no estamos haciendo nada para echar el freno antes de que sea tarde. Antes de que alcancemos lo que en aviación se denomina el punto de no retorno, que no es más, que el punto límite hasta el que todavía estamos a tiempo de no despegar, y por tanto, de convertir nuestro mundo en un grupo de burbujas independientes conectadas por bluetooth. Y los únicos responsables somos nosotros, todos y cada uno de nosotros.
¿Por qué entonces es uno de mis momentos favoritos después de todo esto Josué?
Pues muy sencillo, porque en ese momento estoy aprendiendo a salirme al menos durante un buen rato de mi burbuja, para conectar con algunos otros quienes no llevan burbuja. Si, lees bien, nuestros mayores no llevan burbuja, y podríamos pensar que es un error, pero que va, es justamente porque en su nivel de sabiduría y conciencia, los roles sociales, las conductas preestablecidas y la opinión del otro pasa a un lugar sin absoluta importancia, dando paso a la naturalidad, espontaneidad y a un nivel en el que otorgar importancia a lo verdaderamente espontáneo. ¿No te das cuenta? ¿No has notado cómo cuando una persona mayor se dirige a nosotros con amabilidad derrumba los muros de nuestra manera habitual de actuar con los desconocidos? Puedes hacer la prueba cuando quieras, y te verás teniendo conversaciones cualesquiera que sean y total, por una simple razón, ellos hablaron primero. Esto no significa que con los jóvenes saldrías corriendo si te dirigen la palabra, lo que trato de recordarte (Porque asumo que ya lo sabes) es que la probabilidad de que un joven inicie esa curiosa conversación es, como poco cien a uno. No hace falta ser un maestro de las matemáticas, ya te lo resuelvo yo, prácticamente ninguna.
¿Sabes qué es lo mejor? Que la mayoría de esas mini conversaciones cargadas de energía se iniciaron con un simple “Buenos días” Por favor, practica con más frecuencia la desconexión forzosa en la que estamos inmersos y permítete, reconectar con lo simple, con lo verdaderamente necesario de vivir.
Buenos días, buenas tardes y buenas noches. ¡Gracias por llegar hasta aquí!
